Acariciando lo efímero

Acariciando lo efímero

Todo es efímero. Todo. Vos, tu vieja, tu novio, tus hermanos, la tecnología, la facultad, en fin, todo. Las cosas se rompen. La gente se muere. (Por ahora)

“Pero lo que hagas en tu vida puede quedar registrado como la vida de los próceres y celebridades”, seguro se te ocurrió. Y sí, queda registrado.

Pero el planeta tierra también es efímero. Algún ruso se puede tropezar yendo a la oficina y justo hacer volar una bomba nuclear. Capaz algún salame crea sin querer un agujero negro y nos convertimos en una naranja de nada, o todo, vaya uno a saber. Cualquier escenario apocalíptico que se te ocurra o hayas visto en alguna película es válido. Ya nada sorprende. Mi favorito es la aparición de zombies, pero para favoritismos ya están los padres.

¿Y después de la muerte? Nadie sabe qué hay después. Ese que viene con un librito a decirte la posta tampoco sabe porque claramente está vivo, ¿ok? Cada uno con sus creencias, pero mientras estamos acá, estamos acá.

Bueno, ¿pero por qué me tiras tanta mierda, Manuel? Porque saber que sos efímero te libera mentalmente.

¿Vos entendés que estás parado en una bola de tierra gigante? ¿Y que la bola de tierra gira alrededor de una bola de fuego? ¿Y que a pesar de estar girando vos estás “quieto”? ¿Y que a pesar de estar rodeado de vacío tenés una atmósfera que te permite respirar? Es como llegar a las 12 de la noche a tu casa y que te esperen con la comida caliente en la mesa.

Las posibilidades de que justo VOS existas son MUY bajas. Solamente la parte de nacer, eh. Y las posibilidades de que desarrolles exactamente la personalidad que tenés ahora son MÁS BAJAS. El solo hecho de existir es tener demasiado orto.

Y estás acá y eso es lo que importa.

La gente vive demasiado preocupada por cosas materiales o situaciones que son temporales. Constantemente estás buscando llegar a “eso” para ser feliz. Y odio a la gente que habla sobre felicidad porque es algo muy subjetivo, pero sí estoy seguro de que NO te hace feliz.

Cuando tenga el cuerpo que quiero tener, voy a ser feliz. Cuando tenga ese pantalón, voy a ser feliz. Cuando conozca a tal, voy a ser feliz. Cuando tenga mucha plata, voy a ser feliz. Cuando venga tal banda, voy a ser feliz. Cuando termine la facultad, voy a ser feliz.

No, vos tenés que hacer lo que querés hacer ahora. Ya. Nos vivimos quejando de pelotudeces. ¿Sabés la vergüenza que me agarra cuando digo en voz alta “qué bronca, no me llega el wifi acá” o cuando me quejo de no poder comprarme un celular? Me siento un imbécil. ¿Qué tan relevante va a ser eso mañana? ¿O pasado mañana?

Lo peor es que cuando conseguís eso que querés, es más o menos así: ¡WOOHOO, SÍ, AL FIN, LA PUTA MADRE! Y después: Meh. Y el celular es un celular más.

Es como estar con alguien que no te gusta. Al principio no está mal. Después la pasás bien. Y cinco segundos después te querés morir y te sentís vacío.

Hay que disfrutar más el ahora, chabón. Es horrible vivir con ese miedo a lo que puede pasar. Hasta en las relaciones. Ahora el sistema es poner un pie adentro y uno afuera por las dudas. Ese miedo a conocer al otro te boicotea.

No hago las cosas porque sean “de esto” o “de eso”, las hago porque me llenan y me siento bien así. Y si algún día las cosas con esa persona no funcionan más, te vas sabiendo que la pasaste bien y que no te privaste de hacer nada en su momento.

La cosa es hacer bien lo que hacés. ¿O sea? Que si te gusta alguien, te hagas cargo y que te guste con ganas. Porque es mil veces mejor terminar llorando en un colectivo a que todo quede en nada porque no te animaste a expresar lo que te pasaba.

Y tampoco estoy hablando de caerle a la casa con rosas y esas pelotudeces. Lo mejor de relacionarse con gente es estar abierto a su forma de ver el mundo, la vida. Todas las personas que conozcas te van a enseñar algo. Porque fue un forro y ahora sabés cómo tratar con otros forros. Porque la cagaste vos y ahora sabés lo feo que se siente cagarla. En fin, vos entendés.

Como dicen los de Anticasper:

“El hambre vino hoy, entró a mi casa. Me trajo una valija bien pesada. Me dijo “si vas a estrenar tu vida, sacale el plástico que tiene encima”.”

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