Nombres
Cuando uno quiere hablar sin nada que decir, no dice nada. En realidad, en ese momento buscás ser escuchado, no hablar.
Si alguna vez tenés una fiesta de disfraces, andá disfrazado de vos mismo; vas a ver que nadie te va a reconocer.
¿Qué linda que es la gente, no? Cada uno con su historia y todas esas cosas que pasaron justo en ese momento para que terminemos siendo la persona que somos ahora.
Vamos a hacer un jueguito mental. Elegí a una persona o ser vivo que hayas conocido después de ser consciente del mundo. ¿Ya está? Posta, pensalo bien. Bueno, ahora imaginate los años anteriores a ese encuentro. Pensá en esa persona o animal. ¡Fuaaa, no existía, qué abuso, no? Pero pará, si es un hermanito, por ejemplo, no existía literalmente. No estaba en este mundo todavía. Pero lo más loco de todo, es que dentro de tu mente tampoco existía. El concepto que tenías de ese nombre (ponele que Martín o Agustina) no existía todavía. Escuchabas ese nombre y no lo asociabas con todo lo que lo asociás ahora. ¡Fuaaaaaaaaaaaa!
Ahora pará, imaginate toda esa gente que vas a conocer y con la que vas a tener una conexión por más minúscula que sea (como que te presten un pasaje de bondi) y que anda por ahí haciendo su vida como si nada. Vos ahora estás leyendo esto, mientras esa persona se clava un seguchán de milanesa y, sin saberlo, en unos días, meses, o años, se van a cruzar en una calle para gritarse cosas porque pasaste un semáforo en rojo. ¡Fuaaaaaaaaaaaa!
Volviendo a lo nuestro, ¿qué linda que es la gente, no?